"Viaja a donde la ilusión te lleve"

PLAYA DE LAS CATEDRALES Lugo






  En la Mariña lucense, a unos 12 km de Ribadeo en la parroquia de A Devesa, se encuentra la playa de las Catedrales o playa de Aguas Santas, es una playa sorprendentemente bella e impresionante en la que podemos disfrutar de un espectáculo natural increíble.




  


 Durante la marea alta las Catedrales permanecen sumergidas, las aguas del Cantábrico las guarecen y custodian cual celoso cancerbero, más cuando la pleamar alcanza su máxima altura, se inicia un proceso de descenso de las aguas lento y progresivo, hasta alcanzar la marea baja o bajamar.





















 El parsimonioso descenso de las aguas constituye un periodo de inquietud en el que la tensión se incrementa, la vista se agudiza ávida por descubrir el más mínimo vestigio entre las aguas, es entonces cuando la curiosidad se desborda, a medida que baja el nivel del mar comienza a atisbarse pequeños esbozos de las Catedrales, el velo acuoso y traslúcido permite vislumbrar un arco aquí ... la entrada a una cueva allí ..., el cadencioso oleaje se retrae dejando al descubierto una bella playa de arena fina y blanca, salpicada de caprichosas formas que el viento y el agua han tallado de manera paciente y continua sobre el abrupto acantilado.






   El bravo Cantábrico expone su obra cumbre: primorosas y delicadas formaciones cinceladas de modo brusco y violento, impregnado de sutil delicadeza.








Alcanzada la bajamar es momento de disfrutar de un impresionante museo natural, con un escueto horario, por lo que es obligado un recorrido diligente que permita perderse por el laberinto de angostos pasillos entre imponentes muros de pizarra, admirar, arcos y bóvedas imposibles e ilusorios arbotantes, penetrar en cuevas y oquedades excavadas a lo largo del acantilado, extasiarse ante tan fascinante y prodigioso arte natural y ... ¡¡¡ despertar !!! despertar para abandonar con premura la playa.













         Y es que se inicia el proceso inverso, el agua comienza a ascender de modo lento y continuo inundando la playa; indiferente, ante el desaliento que produce abandonar el lugar por la brevedad del espectáculo, el mar continua avanzando, tendiendo un manto salado sobre las Catedrales que acunadas por las olas, aguardarán pacientes que el imparable ciclo alternativo de las mareas las vuelva a dejar al descubierto, y así volver a hechizar a cuantos deseen deleitarse con la belleza del paraje, y suscitarles el deseo del volver.












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